Cuando pasamos varios años (o décadas) sin estudiar, es bastante sencillo que olvidemos los sentimientos que nos provocan nuestros propios aprendizajes. Sentimientos que reaparecen de manera instintiva cuando se retoma el estudio.
Para evitar caer en esta trampa de la «enseñanza para adultos», tenemos a nuestra disposición un sensacional recurso: las neurociencias cognitivas y afectivas. De hecho, solo un mejor conocimiento del cerebro humano nos permitirá enseñar de otra forma. En este artículo, desgranamos nuestras investigaciones para descubrir cómo enseñar respetando la diversidad del funcionamiento cerebral.
A modo introductorio, nos parece importante destacar algo: cada estudiante que se sienta en un pupitre tiene su propio carácter y, sobre todo, su propio bagaje. Los adultos aprenden de la misma forma que lo hacían de niños. Por eso, no podemos actuar del mismo modo con unos antiguos alumnos brillantes que con los más rezagados. Descubramos juntos algunos aspectos clave de la neuropedagogía que pueden resultar útiles.
Todos somos diferentes y solo tenemos algunos estímulos similares
Como sabemos, un programa de formación puede dividirse en dos grandes partes: el inicio y el fin. La motivación para completar uno u otro es esencial tanto para los alumnos como para los formadores.
Para maximizar la motivación a la hora de cursar una formación, hay que tener en cuenta lo siguiente: sentimos motivación para iniciar un proyecto si tenemos energía suficiente y si el beneficio estimado es 2,7 veces mayor que el riesgo de no completar la formación. A pesar de la dificultad de calcular este beneficio en la vida diaria, hay que entender que la balanza entre ventajas-esfuerzos debe caer siempre claramente del lado de las ventajas.
Hay varios recursos disponibles para lograrlo:
- Maximizar el valor de la formación: debemos prescindir de obviedades, no ofrecer cursos para principiantes a alumnos avanzados y limitar la cantidad de florituras comunicativas.
- Ofrecer una secuencia de captación atractiva: un buen gancho, puesta en relieve de las ventajas, resumen interesante, etc.
Cuando están muy motivadas, a las personas les gusta terminar lo que empiezan, así que hay que aprovecharlo.
Para maximizar la motivación a la hora de completar una formación, hay que diseñar un sistema de recompensas: ejercicios, secuencias activas o espacios donde los alumnos puedan resolver un problema gracias a sus conocimientos. Tampoco hay que olvidar felicitar a los alumnos por su trabajo y adaptarse tanto a su ritmo como a su nivel de aprendizaje.
Durante una formación, debemos hacer uso de ciertos elementos para resultar más pertinentes:
- Indicar claramente el camino que deberán recorrer los alumnos y los siguientes pasos.
- Las emociones transmiten muchos aprendizajes. Por algo resulta útil recurrir a las TED Talks o la realidad virtual para enseñar.
- Ser coherentes en nuestra formación y aportar sentido para favorecer la implicación.
- Crear un entorno agradable y amable para hacer sentir mejor a los alumnos.
- Incentivarlos con pequeñas recompensas que mejoren su moral (me gusta, insignias, etc.).
Debemos apoyarnos en dos efectos para la transmisión de nuestros mensajes:Efecto de primacía: los elementos que se reciben en primer lugar se asimilan mejor que los posteriores.Efecto de recencia: una información se asimila mejor cuando se enuncia y luego se repite inmediatamente después. |
Huelga decir que estas recomendaciones son generales y no sirven para todo el mundo. Sin embargo, deberíamos ser perfectamente capaces de encontrar algunas que funcionen bien en nuestras clases.
La neuroatipia o neurodivergencia engloba características específicas (no enfermedades). Lo primero que se nos viene a la cabeza son los trastornos «dis», el espectro autista, el TDAH, el API y el APE, entre otros ejemplos. Por lo tanto, la amabilidad y el respeto siempre deben tener cabida durante nuestras sesiones.
De nuestra propia experiencia como estudiantes, sabemos que no se puede tratar a todo el mundo de la misma forma esperando que las diferencias se esfumen.
Como formadores, debemos definir un esquema rector
Diversos estudios científicos revelan que la enseñanza explícita es la solución de enseñanza más eficaz, sobre todo cuando se imparte de manera fluida. Una alternativa sería desplegar, por ejemplo, el método SPRI:
- Situación inicial: el punto de partida.
- Problema que surge cuando se produce una ruptura.
- Resolución del problema presentada de manera general.
- Información que explica dicha resolución del problema.
La aplicación de este método permite impartir una formación más clara y lúdica. Además, contamos con el apoyo de nuestro manual de guionización pedagógica. Pues ya tenemos el fondo.
Hablemos ahora de la forma. En la etapa de diseño de los materiales de apoyo a la formación, hay que prescindir de lo superfluo e incluir únicamente lo esencial, es decir, aquello que nuestros alumnos deben aprender. Debemos recordar el recorrido que trazan los ojos (p. ej., en un artículo como este, los ojos formarían una «F») y destacar únicamente los elementos esenciales.
Por último, debemos acompañar el material de apoyo con fichas resumen para aprovechar el efecto de recencia.
El mundo de la neuropedagogía es muy amplio y este artículo solo aborda una pequeña parte. Si nos interesa este tema, debemos aprovechar la oportunidad de sumergirnos en un nuevo enfoque de aprendizaje que, seguramente, nos resultará muy enriquecedor.