Estamos en 2003. El centro de idiomas Atribord & Associés, en el que yo trabajaba en París, acababa de abrir una nueva sede en Toulouse y estaba en plena fase de expansión. Fue entonces cuando surgió la idea de abrir en España.
En ese momento, yo era profesora de inglés, francés y español para Atribord en París. Me apasionaba la enseñanza, pero también sentía la necesidad de asumir más responsabilidad y seguir creciendo profesionalmente. Christophe, uno de los fundadores, también lo percibió: me propuso liderar la apertura de Atribord en España. Acepté sin dudarlo.
La idea inicial era replicar el modelo francés: construir una base sólida de clientes profesionales que apostaran por una formación lingüística de calidad. Pensábamos que teníamos todo el savoir-faire necesario. O al menos, eso creíamos. 🙂
El primer paso fue encontrar un espacio que pudiera ser tanto nuestra base de operaciones como un pequeño centro de formación. Aunque la mayoría de las clases a profesionales se imparten in company, nos gustaba la idea de ofrecerles también un lugar propio. Lo encontramos en la calle Cristóbal Bordiú, en Madrid. Y aquí seguimos.
El segundo paso fue darnos a conocer. Aunque suene prehistórico, enviamos por correo postal nuestro catálogo en papel, acompañado de una carta de presentación y una invitación a una jornada de puertas abiertas, a una base de datos de 1.000 empresas con sede en Madrid y alrededores. Funcionó: 12 empresas nos visitaron y seis se convirtieron en nuestros primeros clientes.
El tercer paso fue formar un equipo docente. Entrevistamos a profesores de varias lenguas, y una vez contratados, iniciaban con nosotros una formación continua para enseñar según nuestra metodología: comunicativa y centrada en el alumno. Esta ha sido siempre, para mí, la parte más importante. Queremos transformar a nuestros alumnos: que aprendan la lengua meta y que, en ese proceso, se conviertan en hablantes seguros y decididos. Para eso, hace falta un profesor sensible, profesional, capaz de sintetizar y comprender las necesidades reales de cada cliente.
El cuarto paso consistió en adaptar nuestra forma de trabajar al mercado español sin perder de vista nuestros valores. Francia y España, aunque cercanos, tienen diferencias culturales y organizativas que no se pueden pasar por alto. Aun así, con el tiempo, se han generado sinergias entre ambos centros: hemos aprendido los unos de los otros y hemos crecido juntos.
Nunca nos hemos considerado meros proveedores de formación. Somos un centro en constante evolución: investigamos avances en neurociencia aplicables al aprendizaje de idiomas, experimentamos con nuevos formatos de clase, diseñamos cursos innovadores que cubren necesidades aún no resueltas, y nos formamos en nuevas tecnologías para digitalizar nuestros procesos.
Nuestra trayectoria nos permite evaluar con criterio las nuevas propuestas del sector, integrar lo que realmente aporta valor a nuestros alumnos y transformar el aprendizaje de idiomas para acercarlo siempre a los más altos estándares de calidad y eficacia.