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Clases virtuales: ¿por qué esta modalidad docente favorece la implicación de los alumnos?

Resumen

El aprendizaje virtual ha experimentado un auténtico apogeo tanto en las formaciones de tipo profesional como en otras modalidades docentes más clásicas. Cabe recordar que los alumnos de escuelas, institutos, facultades y universidades se han visto obligados a adaptarse y recurrir a las clases virtuales para asegurar una cierta continuidad formativa.

Al favorecer las interacciones entre participantes y formadores, las clases virtuales permiten paliar la falta de motivación e implicación de los alumnos que deben cursar una formación a distancia. Cómo impartir una clase virtual, cuáles son las claves del éxito de esta modalidad de aprendizaje electrónico, cómo se desarrollan este tipo de formaciones a distancia… ¡en este artículo le contamos todo esto y mucho más!

¿Qué es una clase virtual?

Una clase virtual se caracteriza por reunir a personas separadas geográficamente en torno a una plataforma en línea que les permite cursar formaciones a través de un dispositivo de videoconferencia.

Asimismo, las clases virtuales incorporan herramientas de intercambio e interacción entre los alumnos, así como entre los alumnos y los formadores. Este videoacceso permite humanizar todavía más la formación a distancia, que tiende a suscitar menos motivación en los participantes que los cursos presenciales.

¿Por qué incorporar una herramienta de clases virtuales en un programa formativo?

El primer motivo para la integración de las clases virtuales en un programa formativo es la interacción que permite este formato entre formadores y alumnos, así como entre los propios alumnos. Los desarrolladores de plataformas de aprendizaje virtual incorporan cada vez más funcionalidades de este tipo a su software. De hecho, las clases virtuales ofrecen la ventaja de dinamizar distintos tipos de formaciones.

Por eso, hemos elaborado una lista con los principales beneficios que ofrece esta herramienta a formadores, moderadores y organizaciones de formación.

Aumento de la flexibilidad: los formadores/moderadores y los alumnos pueden seguir las formaciones desde cualquier lugar. Solo necesitan contar con una buena conexión a internet para poder conectarse a distancia. Además, las clases virtuales pueden adaptarse más fácilmente a los horarios de los alumnos, que podrán conectarse durante sus pausas diarias, sus desplazamientos o sus días libres. Por último, el acceso a las clases virtuales puede ser permanente al permitir que los participantes se conecten en cualquier momento del día.

Diversidad de las actividades propuestas: las clases virtuales se integran dentro de interfaces de aprendizaje virtual que reagrupan varios tipos de actividades diferentes (cuestionarios, cursos en aprendizaje móvil, talleres prácticos, fichas de aprendizaje virtual, encuestas, etc.). Algunas interfaces de aprendizaje virtual incluso proponen funcionalidades derivadas de las clases más clásicas, como la posibilidad de levantar la mano, tomar la palabra, descargar documentos necesarios para la formación, acceder a multitud de recursos, etc.

Reducción de los gastos con respecto a una clase presencial: las clases virtuales permiten ahorrar los gastos vinculados a los desplazamientos de los formadores, así como los alquileres de aulas o las dietas. Además, las clases virtuales suelen ser funcionalidades integradas dentro de programas de aprendizaje virtual que permiten limitar los costes en equipos técnicos. Asimismo, el número de participantes en una formación determinada ya no se ve limitado por el número de puestos disponibles en un aula.

¿Cómo se prepara una clase virtual?

No basta con disponer de un buen micrófono, una cámara que funcione bien y una conexión a internet estable para poder impartir una clase virtual en condiciones óptimas (a pesar de que, por supuesto, disponer de equipos de calidad es indispensable). Como en cualquier otra formación, la impartición de una clase de aprendizaje virtual no se improvisa y exige tanto una buena preparación previa como el cumplimiento de ciertas normas antes, en el transcurso y después de la formación.

¿Qué acciones deben llevarse a cabo antes de desplegar una clase virtual?

  • En primer lugar, preparar el curso construyendo un escenario adaptado a las especificidades de la herramienta y el grupo de alumnos.
  • Comprobar las herramientas: la plataforma de aprendizaje virtual a través de la que se celebrará el seminario web, así como la cámara para la imagen o el micro.
  • Reunir a un grupo homogéneo de alumnos (con objetivos de formación similares y los mismos objetivos didácticos).
  • Limitar el número de participantes de las clases virtuales: se calcula que el número de alumnos ideal es el comprendido entre uno y diez participantes como máximo.
  • Preparar a conciencia los documentos que se facilitarán a los alumnos e integrarlos en la plataforma para que puedan descargarlos de manera rápida y sencilla.
  • Procurar que los alumnos prueben la herramienta de las clases virtuales y pedirles también que comprueben sus micros y cámaras antes del inicio de la formación.
  • Enviar avisos regulares a los alumnos para animar el periodo antes del inicio de la formación. Las plataformas de aprendizaje virtual a menudo incorporan foros de debate que permiten publicar este tipo de información.
  • Dedicar el tiempo antes del inicio de la formación a diseñar, por ejemplo, cuestionarios de satisfacción previos a la formación o incluso planificar la revisión de determinados puntos de la formación integrando cursos de microaprendizaje o creando conversaciones en foros de debate.
  • Asegurarse de que los alumnos puedan trabajar en las mejores condiciones dentro de un entorno tranquilo y, en la medida de lo posible, sin distracciones.

¿Cómo empezar una clase virtual?

  • Informar de los objetivos de la formación y el desarrollo de la clase virtual anunciando las principales actividades que se desplegarán, el tiempo que deberá dedicarse a la formación y los recursos disponibles.
  • Presentar el programa de formación a los alumnos. Asimismo, es preferible que este documento se ponga a disposición de los alumnos para su descarga.
  • Explicar las normas que deberán cumplir los alumnos durante la clase virtual, por ejemplo, indicándoles cuándo y cómo tomar la palabra o incluso cómo usar el chat o el foro de debate y qué elementos pueden enviarse.
  • Animar a los alumnos a presentarse e indicar sus carreras profesionales creando, por ejemplo, una ronda de presentaciones.
  • Asegurarse de realizar una buena gestión del tiempo: se calcula que la duración de una clase virtual debe situarse entre 60 y 90 minutos.

¿Qué hacer cuando finaliza una clase virtual?

  • Una vez finalizada la clase virtual, no dude en asegurar un seguimiento de las actividades realizadas por los alumnos creando evaluaciones en frío. Estos cuestionarios le permitirán identificar los puntos débiles y mejorar el contenido de las clases virtuales, pero también determinar los puntos fuertes.
  • Ofrecer un acceso permanente a los recursos y los contenidos didácticos compartidos durante la clase virtual: documentos para descargar, vídeos de formación virtual, etc. En caso de que esto no sea posible, se puede grabar la clase virtual —habiendo informado previamente de ello a los alumnos— y facilitar un enlace de descarga para que puedan bajarla y visualizarla cuando quieran.
  • Integrar alguna actividad o algún ejercicio que permita resumir las informaciones o los elementos más importantes de la clase virtual.

¿Cómo se imparte una clase virtual?

Impartir una clase virtual no es una labor sencilla, puesto que esta práctica exige, por un lado, movilizar todas las competencias didácticas y, por el otro, demostrar flexibilidad para adaptarse a este tipo de formatos. El desafío que se plantea es el de asegurar una interacción máxima con los alumnos para motivarlos y que no pierdan el hilo de la formación.

  • Se recomienda dar preferencia al contenido visual con imágenes o vídeos para despertar el interés de los alumnos. No dude en variar de formatos.
  • Ponerse en el lugar de los alumnos. Esto último debe ser uno de los ejes centrales del programa formativo que haya creado. En este sentido, deberá preguntarse por sus motivaciones, sus expectativas —p. ej., en materia de contenidos, pero también de objetivos por alcanzar— y conocer sus miedos para poder tranquilizarlos en caso necesario.
  • Prepararse y practicar una y otra vez. Como formador/a o moderador/a de una clase virtual, debe preparar su discurso para adaptarlo a sus destinatarios. No dude en prepararse ante una audiencia real o ante sus conocidos para poner a prueba la viabilidad de su discurso.
  • Favorecer los intercambios con los alumnos incorporando tiempo de exposición teórica y tiempo de debate. Una clase virtual no debe convertirse en un largo monólogo para demostrar cuánto sabe, sino en la ocasión perfecta para entablar una interacción permanente con los alumnos. Para eso, le recomendamos:
    • Realizar con frecuencia preguntas a los alumnos.
    • Asignar tiempo de palabra a cada uno de los alumnos.
    • Felicitar y animar a los alumnos.
  • Variar las actividades propuestas a los alumnos: las plataformas de aprendizaje virtual ofrecen un gran abanico de actividades que podrá integrar en sus clases virtuales. Lo más importante es crear una dinámica de grupo y estimular a los alumnos. Para eso, no dude en diversificar los formatos combinando vídeos, imágenes (o infografías) y documentos de texto para descargar. Asimismo, puede incluir encuestas, cuestionarios en línea o incluso juegos para aportar una dimensión lúdica.
  • Combinar secuencias de trabajo individuales y en grupo —p. ej., permitiendo la resolución de problemas a través de un foro de debate o incorporando herramientas de mapas mentales— y reservar en el programa de formación tiempo dedicado a las exposiciones de los alumnos.
  • No dejar nunca a los alumnos con la palabra en la boca: la amabilidad y la cortesía son esenciales para impartir clases virtuales. Los alumnos deben sentir que pueden comunicarse libremente y compartir su punto de vista.

Siempre que se integren con destreza en los programas de aprendizaje virtual y generen interacciones e intercambios reales entre alumnos, las clases virtuales son una estrategia poderosa y eficaz para adquirir competencias y compartir conocimientos. Como decía Winston Churchill: «Un pesimista ve la dificultad en cada oportunidad; un optimista ve una oportunidad en cada dificultad». Crear un programa de formación de aprendizaje electrónico e impartir una clase virtual son dos retos que deben afrontar las organizaciones de formación, los moderadores y los formadores independientes. Sin embargo, con la debida práctica y la formación en técnicas de dinamización de clases virtuales, será posible ofrecer a los alumnos un nuevo formato que combina las ventajas de una formación presencial con las de un programa de aprendizaje virtual.

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