La irrupción del aprendizaje virtual no solo implica cambios en los recursos o los ritmos de aprendizaje, sino también una transformación profunda de sus protagonistas. En la actualidad, profesores y formadores ejercen también de informáticos, guionistas o diseñadores audiovisuales. Y esta transformación de sus tareas se acompaña también de la aparición de una nueva identidad: los tutores o, mejor dicho, los tutores virtuales, quienes también se conocen con el nombre de «mentores» o «coaches», en función del perfil.
Ni totalmente iguales ni totalmente diferentes, las tutorías virtuales se basan en los principios de las tutorías convencionales, aunque moldeadas para el contexto de una práctica digital. Nuevas comunicaciones, nuevos accesos, nuevas soluciones… esta profesión se reinventa con la digitalización.
En este artículo, nos centraremos en una forma de apoyo única y particularmente interesante para los formadores y las organizaciones de formación.
La riqueza de las tutorías virtuales
¿Por qué interesarse por las tutorías virtuales? En pocas palabras, para responder al principal desafío de las formaciones en línea, esto es, mantener el interés de los alumnos y maximizar la asimilación de conceptos. Todos los estudios coinciden en que la tasa de abandono de una formación es especialmente alta cuando se realiza a distancia porque la autonomía en ocasiones va acompañada de desánimo y aislamiento. Por eso, hoy en día resulta difícil lograr que los alumnos cursen los programas hasta el final.
¿Son los tutores virtuales —por sus funciones reales y percibidas— la pieza que asegura el éxito de una formación? Esto es, al menos, lo que nos gustaría creer cuando intentamos descifrar su conveniencia.
Sin embargo, antes de averiguarlo, debemos definir con exactitud qué es un/a tutor/a virtual.
Cuál es el cometido de un/a tutor/a virtual
Auténtica mano derecha o ayudante de cualquier formador/a, un/a tutor/a virtual mostrará un mayor interés en los alumnos que en la propia formación. Primera regla: una tutoría virtual puede estar a cargo de una o varias personas, a criterio personal. Segunda regla: los tutores no tienen por qué tener necesariamente el mismo nivel de conocimiento que los formadores. Puesto que su función es meramente de apoyo, no debe crearse una competencia innecesaria, de tal forma que puede tratarse de algún/a antiguo/a alumno/a o, incluso, una persona externa.
Por supuesto, cuantos menos alumnos tenga un/a tutor/a, más eficaz será su actividad. ¿Por qué? Porque actuará de enlace entre formadores y alumnos a través de un apoyo lo más personalizado posible. Para eso:
- El/la tutor/a virtual estará disponible para responder a las preguntas de los alumnos, ya sea de forma simultánea (chat) como diferida (correo electrónico).
- El/la tutor/a virtual se regirá por un objetivo principal: combatir el abandono a través del apoyo.
- El/la tutor/a virtual intervendrá en tres niveles: metodológico (compartiendo un método de trabajo), didáctico (asegurando que los alumnos alcancen sus objetivos) y social (motivando a los alumnos).
- El/la tutor/a virtual incentivará las interacciones entre los alumnos de la misma sesión de formación o entre distintas promociones.
- El/la tutor/a virtual podrá encargarse de mantener la relación con la comunidad una vez finalizada la formación.
Sin embargo, sus misiones no se limitan a moderar, dinamizar o apoyar. Por lo general, también se ocupa de asistir a los formadores:
- El/la tutor/a virtual resolverá los problemas técnicos, de acceso o relacionados con la documentación.
- El/la tutor/a virtual actualizará los recursos en las plataformas empleadas.
Todo su cometido se articula en torno a un fin específico: facilitar la formación a los alumnos. Tanto si debe intervenir para resolver incidencias en la conexión como algún problema de comprensión o abandono, nunca perderá de vista el objetivo de mantener en todo momento la atención de los participantes.
Dependiendo del sector, las tutorías virtuales también servirán para complementar, o incluso para sustituir, las clases particulares de estudiantes de institutos o facultades.
Este NO es el cometido de un/a tutor/a virtual
La figura de los tutores virtuales no sustituye a la de los formadores, de modo que no podrán considerarse sus sustitutos antes, en el transcurso o después de la formación. En esta colaboración, cada figura desempeña su propio papel y asume sus propias responsabilidades. Durante la etapa de construcción de la formación:
- El/la tutor/a virtual no crea el programa de formación.
- El/la tutor/a virtual no es responsable del contenido.
- El/la tutor/a virtual no decide los recursos.
- El/la tutor/a virtual no diseña los módulos.
- El/la tutor/a virtual no decide la segmentación de la formación.
En definitiva, no se ocupa ni del contenido ni del formato.
Lo mismo sucede con las responsabilidades al término de la formación:
- El/la tutor/a virtual no prepara las evaluaciones.
- El/la tutor/a virtual no realiza las encuestas ni los informes.
Por supuesto, si lo desea, puede aparecer en algún vídeo o ser la voz en off de alguna presentación, si bien lo anterior no entra dentro de sus obligaciones.