Dirigir una sesión de formación significa dar vida al contenido, divulgarla entre el público en general y hacerla accesible a un grupo que está impaciente por descubrirla. ¿Pero cómo desplegarla y dinamizarla para que sea definitivamente aceptada e integrada por los alumnos que forman parte de ella?
Preguntas que debemos plantearnos durante la preparación de una sesión de formación
Durante la preparación de una sesión de formación, son muchos los interrogantes que pueden asaltar a un/a formador/a.
¿En qué momento se puede considerar que la sesión de formación ha culminado / tenido éxito? ¿Qué mensaje quiero comunicar a los alumnos? ¿Cómo puedo transmitirlo para que se entienda o se asimile rápidamente? ¿Qué abordaje didáctico o qué pasos debo seguir para completar una sesión de formación? ¿Cuáles son los criterios y los indicadores correspondientes que me permitirán saber si la sesión de formación impartida «revoluciona» y favorece el avance de los alumnos? ¿Qué método didáctico puedo aplicar para impartir una sesión de formación y que se adapte lo máximo posible al contenido formativo?
Esta última cuestión relativa a la elección del método didáctico que se aplicará para impartir una sesión de formación es, por tanto, una de las preguntas esenciales que el/la formador/a debe plantearse para supervisar el progreso de los alumnos. Implica una reflexión profunda y, en ocasiones, puede parecer un satélite que gira en torno al contenido formativo sin por ello llegar a su encuentro. A veces, esta tarea puede resultar difícil y tediosa, de modo que en este artículo se intenta arrojar luz sobre el tema para tener una perspectiva más clara.
Ventajas de seleccionar un método didáctico adaptado al contenido formativo
Empezar a preguntarse por el método didáctico que se adoptará implica, en primer lugar, intentar identificar las ventajas. De hecho, si se logra explicitarlas, será más fácil para el/la formador/a realizar una elección porque, cada vez que se le ocurra una idea de método didáctico, podrá verificarla directamente antes de validarla comparándola con las distintas ventajas para ver si estas se tienen en cuenta o no. Este enfoque favorece una mayor eficacia en la selección del método didáctico que, por consiguiente, se considera el más adecuado posible para el contenido formativo que se impartirá. Son múltiples las ventajas asociadas a una elección acertada del método didáctico en función del contenido formativo:
1. Revelar la esencia del contenido formativo
La idea que se plantea aquí consiste en afirmar que el método didáctico elegido permitirá, en mayor o menor medida, resaltar las especificidades del contenido formativo. El/la formador/a puede plantearse esta pregunta: «¿de qué manera aquello que me gustaría transmitir se diferencia del contenido de otra sesión de formación?».
Un ejemplo: el caso de un contenido formativo que pone el acento en los distintos matices que surgen en la forma de interactuar con los alumnos. Este contenido formativo será más bien «sutil», requerirá mucha concentración y distinguirá diferentes formas de interactuar que, en ocasiones, podrán ser muy parecidas. En este sentido, el método elegido deberá ser dinámico y lúdico, es decir, deberá presentar movimiento y materializarse en forma de juego, de tal forma que sea posible que los alumnos se concentren más en la forma de transmisión —manifestada en el hecho de ganar— que en el propio contenido de la sesión de formación. De este modo, se consigue que la forma del método didáctico recupere la esencia propia del contenido formativo que el/la formador/a desea abordar.
Esta primera ventaja puede servir de referencia para el/la formador/a si, una vez definido el método didáctico, se plantea la siguiente pregunta: «¿acaso el método didáctico que quiero usar permitirá realmente a los alumnos prestar atención al contenido formativo y captar su esencia?».
2. Permitir el análisis del contenido formativo en su conjunto
La elección del método didáctico contribuirá a que el contenido formativo pueda abordarse en profundidad y no de manera superficial. De hecho, parece importante que el método didáctico elegido pueda poner de relieve todo el contenido formativo y evitar una limitación de su difusión.
Por ejemplo, si el objetivo de la sesión de formación es profundizar en aquellos conocimientos con los que el/la formador/a busca mejorar las reflexiones de los alumnos, entonces el tiempo de reflexión y la forma que adoptará esta reflexión influirán positiva o negativamente a la hora de alcanzar el objetivo final. Si el tiempo de reflexión es demasiado corto y colectivo, se corre el riesgo, por una parte, de que los alumnos no tengan tiempo suficiente para ahondar en su reflexión y, por el otro, que «se oculten» detrás de otros alumnos. Y, al existir una puesta en común colectiva tras este tiempo de reflexión asignado a los diferentes grupos, existirá también el riesgo de limitar la reflexión individual.
Esta segunda ventaja puede servir de referencia para el/la formador/a si se plantea la siguiente pregunta: «¿acaso el método didáctico que quiero usar me permitirá ver el conjunto del contenido formativo?».
3. Favorecer la asimilación del contenido por parte de los alumnos
La naturaleza del contenido formativo puede influir en la selección del método didáctico para que los alumnos lo asimilen con mayor facilidad. En función de la percepción que se tenga del contenido formativo, el método didáctico empleado puede ser diferente dependiendo de cada formador/a.
Así, por ejemplo, si el contenido abordado en la formación está relacionado con conocimientos relativos a la legislación y el/la formador/a lo considera como un contenido que exige una atención y una concentración adicionales por parte de los alumnos, entonces podría ser interesante que la forma de dirigir la sesión de formación obligue a los alumnos a ser muy rigurosos. El método didáctico puede prever que, para pasar de una etapa a otra, los alumnos satisfagan los requisitos de la primera etapa antes de poder avanzar a la segunda, y así sucesivamente, como en una caza del tesoro.
Por medio de este método didáctico, los alumnos sienten que el contenido relacionado con la legislación es un contenido que deben tomarse realmente en serio y que tienen que ser rigurosos cuando se trate este tema. De este modo, la atmósfera de trabajo vinculada al contenido en que se sumergen con ayuda del/la formador/a actúa a modo de referencia. En adelante, los alumnos lograrán asimilar más fácilmente los conocimientos relativos a la legislación porque, gracias al método didáctico utilizado, les resultará más fácil adoptar el modo de «pensamiento de legislación», lo que puede considerarse como una forma de pensamiento en sí misma.
Esta tercera ventaja puede servir de referencia para el/la formador/a si se plantea la siguiente pregunta: «¿acaso el método didáctico que quiero usar está relacionado con la propia naturaleza del contenido formativo?».
Elegir un método didáctico en función del contenido: ¿qué enfoque adoptar?
Puesto que la elección del método didáctico desempeña un papel destacado en la eficacia de la transmisión del contenido formativo por parte del/la formador/a, ¿cómo elegir uno que sea relevante para su contenido? ¿Qué enfoque puede seguirse para elegir un método didáctico que muestre plenamente el valor del contenido formativo y facilite su integración?
1.er paso: determinar el tema de la sesión de formación
En primer lugar, el/la formador/a decide el tema de la formación o qué se abordará durante la sesión de formación que va a impartir.
2.º paso: determinar el objetivo del contenido formativo
A continuación, el/la formador/a determinará con precisión el objetivo de la sesión de formación. La formulación del verbo al principio del objetivo nos parece importante porque tendrá un impacto directo en la elección del método didáctico. Si, por ejemplo, el verbo es «sensibilizar», el método didáctico utilizado tenderá más bien a incitar a una reflexión inicial entre los alumnos. En concreto, el/la formador/a podría señalar citas a partir de las que los alumnos tendrían que expresar lo que estas les evocan. En ese caso, el/la formador/a «invita a reflexionar» sin entrar en los detalles del contenido. Por el contrario, si el verbo es «profundizar», puede ser interesante que el método didáctico utilizado revele ciertos matices con el propósito de que los alumnos profundicen en su reflexión. Para ello, el/la formador/a puede incluso «hacer de abogado/a del diablo» para ahondar realmente en los conocimientos adquiridos durante la sesión de formación.
3.er paso: determinar el tipo de contenido formativo
A continuación, el/la formador/a deberá determinar el contenido abordado en la formación, es decir, aquello que desea transmitir a sus alumnos. Tener claro el contenido —en sentido amplio— que se desea transmitir permite delimitar el campo de conocimiento que abarca la sesión de formación. Este paso es importante porque, en función del número y el tipo de conocimientos movilizados, el método didáctico empleado será diferente. Si el contenido es muy amplio, puede resultar especialmente interesante un método didáctico compuesto por varios periodos cortos de tiempo en que los conocimientos abordados se transmitan sin profundizar en ellos.
4.º paso: determinar el tipo de método didáctico del contenido formativo
Para ir un paso más allá, el/la formador/a también deberá decidir acerca del tipo de método didáctico que empleará respondiendo a las siguientes preguntas: ¿Cuentan los alumnos con un tiempo de reflexión suficiente? ¿Quiero que reaccionen de forma más bien espontánea, como en una tormenta de ideas? ¿Quiero que recurran a su propia experiencia para poder abordar el contenido formativo? De este modo, el/la formador/a elegirá, por ejemplo, un método didáctico predominantemente teórico o incluso uno en que los alumnos se basen en su experiencia.
5.º paso: elegir el método didáctico del contenido formativo
Por último, se trata de que el/la formador/a elija un método didáctico más bien dinámico, directo (preguntas y respuestas) o indirecto (reflexiones de los alumnos y puesta en común posterior), individual, en grupo o mixto. En este paso, se realiza una elección definitiva que se empleará para impartir la sesión de formación.
Por ejemplo, el/la formador/a puede optar por un método didáctico dinámico con periodos cortos de trabajo sucesivos. Preparará un cronograma con las diferentes etapas de una jornada típica de formación presencial y, para cada una de estas etapas, proporcionará varias palabras escritas en un papel, entre ellas, unas correctas y otras incorrectas. Los alumnos deberán seleccionar y conservar únicamente las palabras que consideren pertinentes para esa etapa del día. El ejercicio se repetirá en cada etapa de esta jornada tipo. En este ejemplo, los alumnos disponen de las respuestas que deben identificar y no necesitan averiguar qué hacer en cada momento del día, sino simplemente identificar aquello que les parece más lógico.
Esta forma de trabajar permite, a pesar de la gran cantidad de información que hay que retener, captar la atención de los alumnos, que ciertamente se demanda en múltiples ocasiones, aunque solo durante un breve periodo de tiempo, lo que favorece la integración del contenido formativo.
¿Y cómo se plasma lo anterior en la práctica?
1. Tema de la sesión de formación
El tema elegido para este ejemplo es «la postura del/la formador/a». El objetivo de esta sesión de formación es invitar a los formadores a reflexionar sobre su postura profesional cuando imparten una formación. El título de esta sesión de formación podría ser el siguiente: «La postura de los formadores al impartir una sesión de formación».
2. Objetivo de la sesión de formación
El objetivo aquí es «descubrir distintos enfoques de formación» en calidad de formador/a novel. En esta fase, el/la formador/a novel debe ser consciente de las distintas formas de trabajar para transmitir un contenido.
3. Tipo de contenido de la sesión de formación
El contenido abordado puede ser el siguiente:
– Enfoque descendente o «top down»: el/la formador/a transmite los conocimientos de forma teórica a sus alumnos, quienes deben comprenderlos y asimilarlos. Presenta su idea y trata de convencer a los alumnos mediante la argumentación.
– Enfoque ascendente o «bottom up»: el/la formador/a parte de las experiencias de los alumnos o de ejemplos reales a partir de los que materializa las ideas para avanzar hacia el contenido que quiere transmitir. Confronta a los alumnos con sus propias dificultades —que pueden ser creencias o bloqueos emocionales— para poder superarlos.
– Enfoque exploratorio: el/la formador/a propone diferentes contenidos a los alumnos (p. ej., en forma de vídeo) y estos últimos tratarán de identificar los contenidos que el/la formador/a desea abordar. Para eso, debe orientar la atención de los alumnos proporcionándoles un criterio de observación.
4. Tipo de método didáctico de la sesión de formación
Teniendo en cuenta el objetivo asignado a esta sesión de formación destinada a formadores noveles —que, a modo de recordatorio, consiste en «descubrir diferentes enfoques de formación»—, la opción que parece más coherente para alcanzar este objetivo sería emplear un «enfoque exploratorio» como método didáctico. Si los alumnos tienen muy poca experiencia en formación, el hecho de observar y expresar con palabras los diferentes enfoques —lo que constituye el contenido de la sesión de formación—, puede permitirles distinguirlos mejor de una forma clara.
5. Selección del método didáctico de la sesión de formación
En la práctica, el/la formador/a muestra vídeos a los alumnos para ilustrar este o aquel enfoque de la formación. Después de ver el primer vídeo, el/la formador/a pide a los alumnos que describan individualmente la forma que emplea el/la formador/a en el vídeo para transmitir el contenido. A continuación, exhibe un segundo y un tercer vídeo y, en cada uno de ellos, ilustra un tipo diferente de enfoque de la formación. Una vez finalizado este tiempo de observación, se produce un periodo de interacción entre el/la formador/a y los alumnos en relación con estos vídeos con el fin de establecer la correspondencia entre el tipo de enfoque observado (ascendente, descendente o exploratorio) y el vídeo reproducido.
A través de este método didáctico, los alumnos descubren los diferentes enfoques, ya que el nombre de estos se deja a criterio del/la formador/a en un primer momento. Al término de la sesión de formación, el/la formador/a resumirá los intercambios con los alumnos para designar los distintos tipos de enfoques que se pueden utilizar para dirigir una sesión de formación como formador/a.
Tener en cuenta el contenido formativo, sí. ¿Pero únicamente?
Como se ha visto a lo largo de este artículo, elegir un método didáctico que se corresponda con el contenido de la sesión de formación parece ser una estrategia muy interesante. Sin embargo, es importante medir el impacto de tomar en consideración el contenido formativo en la elección del método didáctico destacando la idea de que el método didáctico elegido también dependerá de otros factores como el «contexto del momento» en el que se encuentra el grupo de alumnos o las «características de los propios alumnos».
Si, por ejemplo, un método didáctico perfectamente adaptado al contenido de una formación depende de una reflexión exigente por parte de los alumnos y estos últimos están, en ese momento, cansados y poco receptivos, será necesario tener en cuenta el contexto y quizás sea más acertado que el/la formador/a emplee un método didáctico más dinámico, es decir, que el/la formador/a decida cambiarlo. El contenido de la formación, el contexto y los alumnos son, en nuestra opinión, tres factores interrelacionados que es necesario tener en cuenta para elegir el método didáctico más adecuado al impartir una sesión de formación.
Y, si bien es imprescindible que los formadores elijan un método didáctico para impartir sus sesiones de formación, esta parte de su trabajo puede ser tediosa y requerir un dominio absoluto del contenido de la sesión de formación para poder, de este modo, impartirlo de una forma que resulte lo más accesible posible para los alumnos. Pensar en los pasos que hay que dar significa, en última instancia, pensar en cómo ayudar a los alumnos a integrar el contenido formativo que reciben y deben asimilar. A pesar de que tener en cuenta el contenido formativo no basta para el desarrollo de un método didáctico, sí parece imprescindible para incrementar las probabilidades de que los alumnos salgan reforzados de la sesión de formación cursada.